Deberías dejar de scrollear — Uno se dice a sí mismo, como enrolado, atrapado en el sopor inexplicable, insólito, de ser campeón del mundo. Pero seguís navegando por el feed que el algoritmo te pinta celeste y blanco, con estrellas y copas, repeticiones de goles que precipitan la lágrima, intentando comprender.
Presión. Mac Allister, Messi, Julián, Mac Allister, Di María, gol. Lo ves otra vez. Y otra vez. Pero no terminas de entender que lo que ves ya es historia pura.
Muchachas y muchachos en los techos. En realidad, sobre cualquier superficie propicia para soportar un par de cuerpos. Las banderas ondeando bajo el sol; un micro que avanza a paso de hombre rodeado por una interminable marea albiceleste.
Todo pasó tan rápido. No querés caer. Ya se alejó tanto ese 18 de diciembre, y al mismo tiempo lo sentís respirándote en la nuca como si hubiera sido ayer. ¿Qué pasó? ¿Qué nos dejó este quiebre? ¿Este antes y este después? ¿Y ahora?
A un mes de la final del mundo recopilamos algunas de las reflexiones que distintos entrevistados hicieron en el aire de El mundo ha vivido equivocado y El Tiempo No Para sobre el tercer campeonato del mundo y sus repercusiones, para recordar esos días soñados que nos negamos a soltar, pero además para desmenuzar que nos dicen sobre el futuro de nuestro fútbol (también de nuestra sociedad).
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Mónica Santino: voluntad, convicción y esperanza
Una escena terrible, inesperada. Se termina la mañana y el mate quedó frío sobre la mesa luego de 90 minutos desconcertantes. No hay ganas de proseguir con la rutina. De la extrema confianza a la duda absoluta. Un golpe seco a la ilusión. Y una ansiedad que crece a sabiendas de que los próximos cuatro días serán eternos hasta que ruede la pelota de nuevo frente a México. Arabia nos sacudió.
“Fue una trompada en el estómago. Pero el grupo se supo sobreponer a eso y jugo 6 finales prácticamente sin margen de error”, reflexionó la exfutbolista y directora técnica Mónica Santino en diálogo con Pablo Martínez y Loreley Cavieres, al respecto del fallido arranque de la selección en Qatar.
“Fueron días mágicos para quienes amamos el fútbol. Más cuando ves la película entera: desde esa derrota con Arabia para después coronar con una final que va a ser recordada en el tiempo, donde pasaste por todos los estados que el fútbol te puede brindar”, agregó Santino, que lucha desde hace décadas por impulsar el futbol femenino en Argentina.
Desde hace 15 años formando parte de La Nuestra, club de fútbol femenino de la Villa 31, Santino percibe en el tercer campeonato mundial una oportunidad a nivel institucional y organizativo: “Hay algo de fútbol de barrio en esta selección, sobre todo cuando tiene la pelota, que nos identifica y nos permite volver a repensar y poner en valor el lugar de donde salen los futbolistes. Que siempre, en Argentina, son los barrios. Para mí el gran tema son las divisiones inferiores y cómo se forman los futbolistes. Considerar al deporte en toda su dimensión y lo importante que es como derecho humano. Ahí hay un montón de laburo y ojalá este espaldarazo nos de fuerza para ese debate y para pensar en políticas de estado a largo plazo”.
Como DT, observa en Scaloni un nuevo tipo de liderazgo muy valioso para el futbol, que se despega de la figura arquetípica del entrenador verticalista, arengador, motivador y casi excluyente. Lo relaciona con el trabajo que se hace en La Nuestra: “Scaloni armó una cuestión colectiva fuertísima con los jugadores y el cuerpo técnico. Nos deja una gran enseñanza en ese sentido. Algo que nosotras intentamos practicar en el barrio también cuando hablamos de educación popular, de la pregunta permanente, no creerte que te las sabés todas. Es un ida y vuelta con los jugadores. Scaloni explota todo ahí, no lo podés encasillar. Tiene esa capacidad de adaptarse a lo que está pasando y sacarse los dogmas de encima”.
Sobre la celebración y los festejos en familia por las calles de todo el país, Santino replicó: “El fútbol tiene una fuerza transformadora que es inmensa. Una forma de encontrarnos profundamente política, que a nosotras nos llevó casi a una revolución en la Villa 31. En los festejos los pibitas y pibitos se ponían a jugar al fútbol en la calle con una botella, con cualquier cosa. Es parte de lo que nos pasa con este juego que es el juego de los pueblos. No tengo dudas que es absolutamente comunitario, popular, familiar”.
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Ariel Scher: Sobre el Messias
Primeros 45 trabados, vericuetos, cero a cero. De ansiedad atragantados. México agazapado. Es a todo o nada, pero el partido está impenetrable. Acechan los fantasmas del pasado. Hasta que aparece Él.
Él, que encuentra recovecos, que los dibuja con su zurda, le inventa a la pelota una trayectoria insólita hacia el arco de Ochoa. Y nos liberamos. Ni Aimar aguanta el desahogo crudo que se traduce en principio de llanto. Desde ahí, desde ese latigazo de Lionel, el resto, ya sabíamos, era historia.
“Decía que no hace falta que Messi haga nada para que Messi sea Messi. Lo que pasa es que Messi ofreció en este mundial una versión que nos hace dudar de todo, porque Messi fue mejor que Messi”, arguyó Ariel Scher, periodista y docente en DeporTea, entrevistado por Pablo Martínez, intentando nomenclar la inefable actuación de Lionel en Qatar 2022.
“Messi es una figura que excede a Argentina. Llevaba cuatro mundiales convalidando siempre que jugaba como nadie, y le faltaba este campeonato. Ese deseo se fue extendiendo en un universo que excede las fronteras de nuestro país. Los propios jugadores de la selección decían que lo que más querían era que Messi saliera campeón. Eso es novedoso en un equipo de fútbol, que generalmente tiene una suma de sueños individuales y se constituye como colectivo. Pero algo ocurrió ahí. Estos pibes encontraban una motivación adicional en poner a Messi en ese lugar donde nunca había estado”, agregó Scher respecto a lo que generó Lionel en Qatar, tanto en sus compañeros como en el público de todas partes del mundo.
Scher arrojó una sensación alternativa sobre el futuro en relación al campeonato obtenido: “La percepción que tengo sobre el futuro tiene más relación con la memoria popular que con el juego. Y el futuro de este cuerpo social va a estar poblado siempre por Messi y estas horas de ser campeones mundiales. Ese es un rasgo no minimizable. Ojalá tengamos capacidad de narrar estos hechos para que no se desdibuje la idea de que fuimos felices con los otros y con las otras. Que la alegría es más alegría si es colectiva. No importa la dimensión del colectivo, no hablo de un país en especial, aunque ahora me refiera a esta cosa celeste y blanca que llena de bocinazos y banderas la esquina de mi casa. Sino a esta certificación de que, contra el individualismo y la sugerencia de esta época que es «sálvate solo», somos más felices cuando la felicidad excede el límite de nuestros cuerpos”.
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Julián Scher: Tratando de entender
Sabe. Sabe que el “Dibu” se jugó el cuerpo para que ahora sus doce pasos sean a la gloria. Sabe que si vence a Lloris solo resta levantar la copa. Montiel avanza, con una serenidad envidiable, como en los penales que pateaba en Catán para ganarse unos mangos, y sin mirar al arco esquina la pelota bien abajo, como en los manuales. Con tanta técnica, con tanta precisión y certeza, que parece ridículo que desemboque en una apoteosis inefable. Porque parece tonto que a esa definición quirúrgica le suceda una ebullición fulgurante, inédita, donde no caben ya palabras sino solo una existencia nueva de lágrimas, abrazos y emoción.
Lo que no saben, lo que no tienen capacidad de dimensionar aún los 26 jugadores argentinos desplomados sobre el verde césped de Lusail, que han hecho del sueño popular, mítico, una realidad, es la fiesta que ya se despliega en las capitales, en los pueblos, en los hogares. No saben que les espera la movilización —quizá— más grande de la historia argentina.
“El error que no hay que cometer es intentar pensar estos fenómenos de alegría popular solamente desde los libros o desde una ventana. Hay que caminar la calle, disfrutar, y de a poco ir intentando encajar las piezas del rompecabezas para comprender desde distintos lugares por qué pasó lo que pasó. Suelo creer que esta clase de fenómenos no son monocausales. No hay una única razón. No es solo el talento de Messi, o la emoción del mundial o el desahogo de tal cosa”, reflexionó al aire de El tiempo no para, Julián Scher, Maestrando en Ciencia y Política y Sociología (FLACSO) y Licenciado en Sociología (UBA), sobre los festejos del 20 de diciembre.
En sintonía con su curriculum académico y en contraposición al canto popular —”No te lo puedo explicar, porque no vas a entender”— Scher intenta encontrar causas extrafutbolísticas a lo que sucedió en las calles: “El fútbol en general y la selección en particular tienen esa posibilidad de materializar una ficción maravillosa, que es que Messi, Scaloni y esos 26 jugadores representan como nadie a la patria y además lograron salir campeones. Con lo cual ellos son representantes y nosotros los representados de esa ficción que es la argentinidad y la unidad nacional. No desestimaría que parte de este orgullo y de esta alegría no sea de alguna manera toda una serie de respuestas que vinieron antes y después de la pandemia, pero con la pandemia de por medio que no nos dejó disfrutar como disfrutamos estas jornada”.
Scher no puede dejar escapar del análisis la situación socioeconómica y las consecuencias de la pandemia, percibe una suerte de conjugación entre estos factores y lo futbolístico: “No es algo menor las dificultades para disfrutar de la cotidianeidad que puede haber en un país en el que hay una ofensiva brutal del capital contra los salarios, que se expresa en una inflación galopante. En la que en los últimos años hubo una pandemia con todas las consecuencias que eso generó. No digo que eso sea una hipótesis principal para explicar cinco, seis millones de personas en la calle. También es cierto que es la tercera vez que Argentina gana una copa del mundo. Yo no había nacido en ninguna de las dos anteriores. Pero gente más grande dice que es difícil compararlo con lo que se vivió en estos días. Quedará para el análisis cuáles fueron las razones por las cuales esta selección en particular generó lo que generó. Si fue Messi, si son los 36 años, si fueron dos tandas de penales, si fue la imagen del grupo, si es los jugadores tomando sol como cualquiera de nosotros en una plaza tomando vino o fernet desde una botella cortada”.
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Seguimos tratando de entender los días más felices de los argentinos en mucho tiempo. Acá abajo podés escuchar las entrevistas que hicieron Pablo Martínez y Loreley Cavieres para continuar disfrutando y recordando que somos campeones del mundo.